jueves, 30 de octubre de 2008

La inflación nos da un respiro


Hoy hemos conocido el dato adelantado de inflación del mes de octubre, el denominado Índice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA) publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE). El dato ha situado la inflación interanual en el 3,6%, lo que significa una caída de un punto porcentual en relación a la inflación del mes de septiembre.

El IPCA se calcula mediante la misma metodología para todos los países de la Unión Europea y es la misma con la que se calcula el IPC, estribando la diferencia en que para los datos no disponibles se utilizan estimaciones. Los datos definitivos se conocerán el 12 de noviembre al igual que el valor del IPC.

La inflación es uno de los indicadores claves que sirven a los economistas para medir la salud de una economía, de hecho podemos afirmar que una inflación desbordada, esto es una hiperinflación, definida por Phillip D. Cagan como un crecimiento de los precios del 100% durante tres años o superior al 50% al mes, significa que el paciente ha sufrido un colapso y es necesario modificar sus constantes o la situación empeorará.

El impacto de la inflación sobre el bienestar de los individuos es asimismo muy significativo, siendo considerada como el impuesto de los pobres, porque son estos, los que tienen menos herramientas para zafarse de sus efectos adversos, y en especial aquellas personas cuyas fuentes de renta son cantidades monetarias fijas. Además impacta de forma negativa en la asignación de recursos y la eficiencia de la economía.

El economista Arthur M. Okun evidenció los efectos negativos que supone la inflación para los individuos de una economía, desarrollando un indicador llamado misery index o índice de miseria, calculado como la suma de la tasa de paro y la tasa de inflación, ya que estás son las dos variables económicas que están más relacionadas con el bienestar de los ciudadanos. La economía española presenta el índice de miseria más elevado de la UE, alcanzando un valor de 11,3+3,6=14,9.

La inflación subyacente, es decir, aquella que excluye los componentes de precios más volátiles, el precio del petróleo y los alimentos no elaborados, se situó en septiembre en el 3,4%, actualmente la disimilitud entre la subyacente y la general es prácticamente cero, lo que apoya la tesis de que la bajada de la inflación es motivada en gran medida por la caída del precio del crudo y de las materias primas, el otro elemento que está tirando de la inflación hacia abajo es la atonía en la demanda agredada, consecuencia de la actual crisis. El incremento del precio de petróleo y de los alimentos ya se estaba filtrando peligrosamente en la subyacente, ya que esta mide la inflación de medio y largo plazo.

Hay que destacar que desde 1999, por la entrada en la Unión Económica y Monetaria (UEM), las autoridades españolas han perdido el instrumento de la política monetaria y bancaria, por lo que ya no es posible recurrir a las seculares depreciaciones con las que, a costa de empobrecernos relativamente recuperábamos la competitividad perdida por el incremento de los precios más acusado en España en relación al de sus socios comerciales. Lo que nos ha llevado a registrar el déficit por cuenta corriente más elevado de entre los países ricos en relación al PIB, situándolo en mas de un 10%.

La inflación de la UEM en octubre no la conocemos todavía, probablemente dada la mayor dependencia relativa de la importación de energía de España, un 80% de la consumida es importada, y dado los menores impuestos con que están gravados los carburantes, que hace que su precio sea más sensible a las oscilaciones en el precio del crudo, el diferencial se haya reducido algo, no obstante el problema de fondo no es de inflación general sino de inflación subyacente, por lo que las medidas a tomar suponen reformas estructurales de largo plazo.
Como conclusión podemos afirmar que la caída en la inflación es una buena noticia, pero el problema de inflación diferencial que es el realmente importante en el marco actual no se ve afectado en su tendencia por una caída en el precio del petróleo y las materias primas.

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