martes, 27 de enero de 2009

Ejemplo de lo que no hay que hacer.


En tiempos de crisis surgen las tentaciones proteccionistas, el último ejemplo lo tenemos en la medida propuesta por el Ministro de Industria Miguel Sebastian, recomendando el consumo de productos españoles. Según Sebastian un incremento del consumo de estos últimos por valor de 150 euros al año, supondría soslayar la destrucción de 120.000 puestos de trabajo.

La supuesta lógica de la medida la podemos observar explicitando la demanda agregada

PIB=CN+CI+IN+II+GN+GI+ (E-CI-II-GI) = DI+ (E-I)

Donde:
-PIB=Producto interior bruto.
-CN=Consumo de productos nacionales.
-CI=Consumo de productos importados.
-IN=Inversión en bienes nacionales.
-II= Inversión en bienes importados.
-GN=Gasto público en bienes nacionales.
-GI=Gasto público en bienes importados.
-DI=Demanda interna.
-E=Exportaciones.
-I=Importaciones.

Como podemos observar el CI no incrementa el PIB del país analizado, sino el del país del que se importa el bien o servicio. La idea de Sebastian es disminuir CI e incrementar CN, al objeto de aumentar la demanda de productos nacionales y por ende el PIB.

Motivos por los cuales considero que la propuesta no es adecuada:

1.-Actualmente la globalización a alcanzado a los procesos productivos, de forma que es muy difícil colgarle la etiqueta a un producto de “made in XXX”, ya que motivado por los diferentes costes de producción muchos bienes, son manufacturados en diferentes países.

2.- La comunidad internacional ha alcanzado un claro consenso en la necesidad de implementar las medidas destinadas a paliar la crisis financiera y económica de forma coordinada, lo que se observa claramente en la resolución del 15 de noviembre del G20 en Washington (firmada también por España y Holanda como países invitados), explicitado en el punto séptimo, obviamente esta medida esta en las antípodas de la coordinación y concertación.

3.-Sí suponemos que los ciudadanos se ven influenciados por las palabras de Sebastián (circunstancia altamente improbable) y reducen el consumo de los productos importados, esto dañaría a las economías que fabrican los productos que dejamos de importar, por lo que para minimizar el impacto sobre su PIB, responderían de la misma manera, reduciendo el consumo de los productos españoles, por lo que la situación sería peor para todos los países involucrados, incluida España, ya que la demanda sería probablemente similar (si suponemos que la caída de la demanda extranjera más o menos compensaría el incremento del consumo de los bienes españoles), pero con unos menores intercambios comerciales, por lo que los beneficios generados por el comercio internacional se perderían (aprovechamiento de la ventaja comparativa para el comercio interindustrial, y en especial las economías de escala, competencia monopolística y diferenciación del producto para el comercio intraindustrial, predominante entre países con estructuras productivas similares, como es el caso de España con sus socios más importantes de la UE).

En terminología de la teoría de juegos, la estrategia dominante para los países y por ende el equilibrio de Nash es no cooperar, por lo que todos los países terminan en una situación peor a la combinación deseable de la cooperación. De ahí las tentaciones que ha habido a lo largo de la historia en situaciones de crisis, de intentar mejorar el desempeño económico a costa del resto de países, mediante medidas proteccionistas, ya sea el incremento de los aranceles, como ocurrió en EEUU, con la aprobación de la Smoot-Hawley Tariff Act, en junio de 1930, el establecimiento de contingentes, barreras no arancelarias, subsidios a la exportación, devaluaciones competitivas o la última propuesta de Sebastián. Esperemos que las palabras de Sebastian no sean suficientes para abrir la caja de Pandora del proteccionismo.

viernes, 23 de enero de 2009

¿Será depresión o nos quedaremos en recesión?


Uno de los debates actuales gira en torno a la gravedad de la crisis financiera y económica internacional. Un hecho que es irrefutable es que conforme pasan los meses las previsiones de los diferentes organismos internacionales, son actualizadas sistemáticamente, dibujando un horizonte cada vez más lúgubre. ¿Pero hasta donde llegaremos? ¿La depresión será un hecho cierto en los trimestres venideros? ¿La acción de los gobiernos evitará que el crecimiento se deteriore de forma mucho más acentuada?

Antes de comentar las diferentes posiciones precisemos la terminología:

Crisis:

Es un término vago sin una significación clara en economía, significando que la situación económica es negativa.

Recesión: en este caso hay dos definiciones;

1.- La utilizada en la prensa económica, la cual se define como la existencia de dos trimestres (crecimiento en términos intertrimestrales, es decir, un trimestre en relación al anterior) con crecimiento económico negativo.

2.- La definición académica, en la que se establece el nivel máximo de producción (pico) y el mínimo (valle), el periodo de tiempo comprendido entre el pico y el valle es lo que se denomina recesión, mientras el comprendido entre el valle y el pico corresponde a la expansión. Esta es la metodología que establece el NBER (Nacional Boureau of Economic Research) para establecer el momento en que la economía estadounidense entra en recesión. Las series utilizadas son de periodicidad mensual incluyendo además del PIB, el empleo, producción industrial, ventas al por menor y ingreso real. Según este criterio la economía estadounidense alcanzo un pico en diciembre del 2007 y por tanto, a partir de ese momento entro en recesión.

Depresión:

Antes de la gran depresión de principios de los años 30 en EEUU, las crisis económicas se denominaban depresiones, a partir de entonces, al objeto de diferenciarla de tan aciago episodio, se utilizo el término recesión, reservando el vocablo depresión para las recesiones severas. No hay un criterio unánimemente aceptado, pero se ha establecido cierto consenso en aceptar que una depresión supone una caída del PIB de más del 10% o según otros economistas una caída del PIB durante más de tres años.

Los episodios depresivos en las economías ricas son bastante atípicos de hecho desde la gran depresión que supuso una caída del PIB del 30% entre 1929 y 1933, pocos países han registrado caídas superiores al 10%, entre los que habría que destacar a Alemania y Japón han en la segunda guerra mundial a partir de 1944 (del 50% de hecho) y a Rusia con una caída superior al 40%. Los países pobres como podemos observar en la tabla, se han visto sujetos a más episodios depresivos.

Una vez establecida la taxonomía de lo que se entiende por los diferentes términos que hacen referencia a la evolución cíclica de la economía, se presenta un debate en relación a la gravedad de la crisis actual.

Lo primero que quiero resaltar es la incapacidad de predecir el futuro económico, independientemente de lo bien informado que se este, de las herramientas y modelos que se utilicen es muy reducido, dada la complejidad e imposibilidad de predecir lo que en la terminología de Nassim Taleb son los llamados cisnes negros (acontecimientos que no se pueden prever, con un gran impacto en la economía y que a posteriori se le da una explicación que alcanza un satisfactorio grado de consenso, lo que no significa que sea la adecuada). En una conversación sobre la crisis con el profesor Juan Nave, me transmitía una posición semejante, al afirmar que el objetivo y tarea que principal de un economista no es la predicción, sino diagnosticar y aplicar la terapia adecuada para que la economía alcance el desempeño deseado.

No obstante es cierto que una de las preguntas y debates actuales gira en torno a la prospectiva en relación a cual será el alcance y la gravedad de la crisis actual. Expresado en la terminología definida anteriormente ¿El PIB llegara a caer tanto como para definir un escenario de depresión? ¿La crisis tendrá forma de V, U o L? Con la información actual y las teorías disponibles y opiniones de reputados economistas voy a intentar elucubrar una respuesta, partiendo de la base de que probablemente sea errónea, por lo comentado anteriormente (imposibilidad de predecir el futuro por la complejidad de los factores involucrados y la existencia de significativos cisnes negros).

En la situación actual es necesario recordar al vigente economista americano Hyman Minsky. Afirmaba que los ciclos económicos tienen su origen en la fragilidad intrínseca de los mercados financieros, argumentando que la génesis de la euforia especulativa se encuentra en periodos de crecimiento económico, al generarse flujos de caja superiores a los necesarios para amortizar las deudas, los agentes económicos terminan endeudándose por encima de sus posibilidades, generándose burbujas especulativas, que terminan por causar una crisis financiera, lo que conlleva que las entidades financieras restrinjan el crédito incluso para financiar a unidades de producción o consumo solventes, lo que afecta a la economía real. Ciertamente es una descripción bastante fidedigna de lo que está sucediendo en la mayoría de los países, localizándose las burbujas en los mercados bursátiles y/o financieros.

En opinión de Saul Estake, las recesiones tienen su origen en políticas monetarias demasiado restrictivas, mientras que la génesis de las depresiones se encuentra en el proceso descrito anteriormente, por la generación de burbujas.

Otros economistas también presentan una opinión similar, en el sentido de que las crisis motivadas por un exceso de apalancamiento, la generación de burbujas y crisis del sistema financiero suponen recuperaciones más costosas y caídas de renta más acusadas, entre ellos podemos destacar a García-Montalvo y a Joseph Stiglitz.

Mi opinión es coincidente (aunque como he comentado en los párrafos precedentes es posible que acontezca algún cisne negro y el razonamiento anterior no se sostenga, por motivos que actualmente desconocemos), en este gráfico podemos observar el incremento tan espectacular del endeudamiento en relación a la economía real. Hasta la década de los 80, la evolución es similar, pero a partir de entonces se produce un desacople muy significativo, llegando el índice de la deuda a prácticamente triplicar el índice del PIB nominal.
La conclusión es que la recesión es probable que sea muy severa ya que el grado de apalancamiento ha sido mucho más elevado que en periodos precedentes, por lo que el impacto sobre la reducción en el consumo e inversión, derivados del proceso de reducción del nivel de apalancamiento, será asimismo más elevado.

miércoles, 21 de enero de 2009

¿Deberían subir los impuestos sobre el tabaco y la gasolina?


El economista nos informaba el martes 13 de enero, sobre una medida que esta barajando el gobierno para compensar la significativa merma en los ingresos ocasionada por la crisis económica, consistente en un incremento en los impuestos especiales, que son aquellos que gravan principalmente las labores del tabaco, el alcohol y los hidrocarburos.

Se entiende que el gobierno este buscando alternativas para incrementar los ingresos impositivos, ante el descalabre de las primordiales fuentes de ingresos, una caída del Impuesto de Sociedades en 2008 del 36%, del IRPF del 2% y del IVA del 14%. Lo que ha supuesto que tenga que revisar su plan de estabilidad y crecimiento, situando el déficit del 2008 en el 3,4% frente al 1,5 anterior.

También podemos observar como la caída en la recaudación de estos impuestos es la que menos se ha visto afectada por la crisis, con una reducción media de sólo el 0,6 en 2008. Los impuestos más importantes con diferencia son los que gravan los hidrocarburos con 9.700 millones de euros y las labores del tabaco con 6.200 millones.

La reducción de los ingresos de los hidrocarburos ha sido del 4,6%, pese al espectacular crecimiento del precio del petróleo hasta julio, donde alcanzó los 147 dólares por barril. La reducida elasticidad a corto plazo se debe a la consideración por muchos como un bien de primera necesidad, y a no contemplar el transporte público como un buen sustituto.
La recaudación por las labores del tabaco ha aumentado un 4,4%, reflejando una reducida elasticidad, tanto a la renta como al precio, motivada por su componente adictivo, de hecho los estudios realizados por Bruselas, establecen que un aumento en el precio del 18%, reduciría el consumo en un 8%. Por lo que la elasticidad sería de 0.44, es decir, inelástica.

Desde mi punto de vista la subida de los impuestos que gravan actividades generadoras de externalidades (como es el caso de los considerados), es una decisión adecuada, este tipo de impuestos son conocidos por los economistas como impuestos pigouvianos, en honor al economista inglés Arhtur Pigou, por ser el primero en desarrollar el concepto de externalidad, y proponer los impuestos como medios para internalizarlas, de forma que se alcanzara una asignación de los recursos eficiente.
Uno de los más fervientes defensores de los impuestos pigouvianos es Gregory Mankiw, creando en 2006 el Club Pigou, al que pertenecen renombrados economistas, habiendo recibido asimismo el apoyo del semanario The Economist.

No obstante dado el elevado déficit previsto para este y los sucesivos años, el incremento en los impuestos especiales, dado su reducido porcentaje en la recaudación total, enjugaría el déficit en una pequeña cuantía, a no ser que estemos pensando en crasos incrementos, que no parecen muy probables. En concreto los impuestos especiales contabilizan unos 20.000 millones de euros (la recaudación por IVA casi la triplica, llegando a los 70.000 millones), lo que supone el 10% del presupuesto total.

Con un déficit estimado para este año del 5’8% del PIB para este año (y que probablemente sea mayor), es decir, de unos 60.000 millones, si suponemos que la elasticidad de los hidrocarburos es similar a la del tabaco, que se ha estimado en un 0,5, al duplicar los impuestos, y teniendo en cuenta que los impuestos sobre el tabaco y la gasolina suponen en promedio el 50% del precio de venta, este se incrementaría en un 50%, disminuyendo la demanda en un 25% y por tanto incrementando la recaudación en un 75%, es decir en unos 12.000 millones.

Como conclusión, los ingresos obtenidos no serían muy abultados para el nivel de déficit actual y unos incrementos razonables, eliminándose una de los incrementos de renta disponible producidos en los últimos meses por la reducción en el precio del petróleo. En la coyuntura actual no creo que sea adecuado aplicar una medida de política fiscal contractiva, de hecho para el escenario de dibujado, supondría una disminución de la renta disponible de unos 12.000 millones el doble que el incremento generado por la devolución de los 400 euros con cargo al IRPF.

lunes, 12 de enero de 2009

Politica fiscal según Xavier-Sala-i-Martin.


El Economista Xavier-Sala-i-Martin, presenta su propuesta de política fiscal para estimular la economía. Según él, la mejor medida sería la eliminación temporal del IVA. Para sostener su conclusión aporta una serie de argumentos, si bien uno de ellos es claramente espurio. Comienza afirmando que el criterio que siguen algunos es priorizar aquella medida (aumento del gasto público o reducción de los impuestos) que tenga un mayor multiplicador, como ya explicamos en un post anterior, para a continuación tachar ese criterio de incorrecto, apelando al siguiente razonamiento. Si el objetivo es aumentar el PIB en 4 millones y el multiplicador del gasto público es de 4 y el de los impuestos es de 1. No importa ese menor multiplicador de los impuestos, ¡¡simplemente redúzcanse los impuestos en 4 millones y asunto solucionado!!.

En el caso hipotético comentado el incremento en el déficit sería cuatro veces superior, y obviamente eso si tiene importancia, a mayor déficit mayor emisión de deuda, lo que presiona los tipos de interés, y en función de los recursos solicitados, condiciones de mercado, y deuda total del país, produciéndose el llamado efecto expulsión de la inversión privada en mayor medida.

Los otros argumentos en los que se basa Xavier-Sala-i-Martin, son la eficiencia y la inmediatez de los impactos. Los cuales apoyarían como medida adecuada la eliminación temporal del IVA.

La reducción de los impuestos tiene como se señala Krugman o la comunicación del FMI, el problema de que los ciudadanos no destinen a consumo la mayor capacidad de compra, sino que por la incertidumbre en relación a sus ingresos futuros, lo destinen al ahorro. Aquí la solución que plantea Xavier-Sala-i-Martin es la reducción temporal del IVA, de forma que según él los ciudadanos incrementaran sus compras para aprovechar los menores precios, ya que saben que en un futuro cercano, el IVA volvera a aplicarse y los precios aumentarán.

En este caso me parece que la propuesta presenta asimismo graves deficiencias, entre las que me gustaría destacar:
1.- Al ser una reducción de impuestos temporales, la renta permanente o de ciclo vital no variara prácticamente, por lo que el incentivo a aumentar el consumo, puede verse compensado en parte por ese hecho, y más en el actual contexto de grave crisis económica.

2.- Uno de los problemas que según algunos analistas podría producirse, es la existencia de un contexto deflacionista, eliminar el IVA, con su actual tipo general en España del 16%, supondría, en función de las elasticidades relativas de la demanda y oferta en los diferentes mercados, una caída de los precios, de en promedio el 8%. Lo que nos situaría claramente en una deflación, con incremento del valor de las deudas .. Aunque fuera sólo temporal, generaría ciertamente problemas y desajustes.

3.- El IVA es un impuesto que sirve para verificar los flujos de actividad economica, de forma que por su valor de control, incentiva la reducción de la economía informal.

4.- La UE en su normativa establece un la obligatoriedad del IVA, con un tipo mínimo del 15%. Esta sin duda sería una restricción poco significativa, ya que el tratado de la UE también establece déficit públicos no superiores al 3% y eso actualmente es papel mojado.

Como conclusión creo que la argumentación del brillante economista Xavier-Sala-i-Martin en este caso hace aguas por todas partes.

sábado, 10 de enero de 2009

Aumento gasto público versus reducción de impuestos


Como ya comentamos sucintamente en un artículo anterior las alternativas disponibles de política fiscal contracíclica son aumentar el gasto público, reducir los impuestos o una combinación de ambas, en este post voy a intentar glosar las posiciones de algunos de los economistas y organizaciones más relevantes en la actualidad.

Antes de ello me gustaría clarificar un aspecto que suele ser un argumento habitual estos días en las tertulias de economía, normalmente esgrimido por aquellos que se oponen a que el estado incremente el gasto público para estimular la economía, se afirma que el incremento del gasto público, con el aumento de la deuda pública necesario para financiarlo, supone en realidad un incremento de los impuesto en el futuro, necesarios para pagar en última instancia a los acreedores, titulares de la deuda pública.

En realidad el argumento anterior sólo se aplicaría en el caso de encontrarnos ante un aumento permanente del gasto público, condición que sólo se satisfaría en el caso de que las economías no retornaran a la generación de superávit en la siguiente fase expansiva, es decir, el argumento sólo se aplicaría ante un incremento en el gasto estructural y no del cíclico.

En relación a las dos alternativas disponibles como ya comentábamos los elementos ideológicos desempeñan un papel importante, los liberales o neoclásicos ponen el énfasis en la bajada de impuestos, mientras que los neokeynesianos en el incremento del gasto público.

Dado que el objetivo es estimular la economía, se podría apelar a trabajos académicos para determinar cual de las dos alternativas impacta en mayor medida en la producción agregada. Una recensión de los mismos se encuentra en la comunicación efectuada por el FMI la semana pasada, en la que formalizaba su posición en relación a las medidas de política fiscal que considera adecuadas para estimular la economía.

Los análisis se dividen en tres grupos en función de la metodología utilizada:

-Los estudios de corte microeconómico, en los que sólo se capta el efecto de primera ronda.
-Aquellos que utilizan los VAR.
-Los que se basan en modelos estructurales.

La conclusión es que los resultados no son robustos, existiendo un rango de variabilidad muy significativa entre los mismos.
De los modelos microeconómicos se derivan unos impactos en torno a dos tercios para una bajada de una unidad en los impuestos, lo que es congruente con la propensión marginal a consumir estimada en otros estudios.
En el caso de los modelos estructurales los resultados dependen de los supuestos de partida, como por ejemplo si la política reacciona de forma acomodaticia o no. Con valores nada concluyentes.
Respecto de los artículos que utilizan el VAR, en las surveys consultadas se analizan tres, Blanchard y Perotti (2002), Romer y Romer (2008) y Ramey (2008). Con el primero de ellos tampoco es posible discernir que opción de política fiscal, impacta en mayor medida en la producción, ya que en función de los suspuestos respecto de la tendencia en los datos es superior una u otra alternativa.
En el artículo de Romer y Romer (2008), el multiplicador de los impuestos al cabo de unos años es de 3, mientras que del de Ramey (2008) se deriva un multiplicador del gasto público de 1,5.

Lamentablemente la posición del FMI con Olivier Blanchard a la cabeza no esta fundamentada en estudios científicos, por la poca robustez de los mismos, sino en argumentos más heurísticos y menos asentados en lo que actualmente se entiende ciencia económica. Sus recomendaciones son:

-Basar el estimulo en el incremento del Gasto Público, ya que el impacto de una reducción de los impuestos es muy incierto, en el contexto actual de crisis, por lo que una reducción de impuestos podría impactar muy levemente en la demanda agregada, si los beneficiarios deciden ahorrarlo motivado por la incertidumbre en relación a los ingresos futuros.

-En relación a los consumidores, reducir selectivamente los impuestos a aquellos colectivos que se encuentren sujetos a restricciones crediticias, ya que de esta forma el multiplicador asociado será mayor.
-En referencia a las empresas, minimizar el problema de acceso al crédito mediante la garantía por parte del Estado de las emisiones de deuda y prestamos solicitados, obviamente garantizándose unos requisitos mínimos de solvencia.

La posición de Paul Krugman es coincidente con la del FMI, el argumento para apoyarla discurre asimismo por la misma senda, es decir, la elevada probabilidad de que una reducción de impuestos, por motivos precaución no fluyan hacia el gasto, y no impacten sobre la demanda agregada, a lo que añade el incremento en el gasto público “deja” algo de valor cuando la política expansiva ha finalizado.

Como adalid de la otra alternativa, esto es, priorizar la reducción del gasto público, nos encontramos como cabeza más visible a Greg Mankiw. Para apoyar su posición se basa en dos de los artículos comentados anteriormente que utilizan la metodología VAR, de Romer y Romer (2008) y Ramey (2008), del que de deriva un multiplicador de los impuestos de tres, frente a uno de sólo 1,5 para el gasto público. El problema es que como hemos visto en la sucinta recensión del FMI, esto es sólo una parte de la historia, obteniéndose resultados anfibiológicos para en el resto de los artículos. Por lo que la fundamentación de Mankiw se basa en una verdad a medias, que como se suele decir es la peor de las mentiras.

Quizas Nicholas Taleb tenga algo de razón y nos encontremos ante un cisne negro al que realmente no sabemos como enfrentarnos, y que incluso cuando se alcanza un consenso de algún tipo lo es por la necesidad de llegar al mismo, por un autoconvencimiento, que por que realmente hayamos dado con la “solución correcta”.